jueves, 28 de octubre de 2010

Economía: El proceso de construcción de la Exposición y sus problemas económicos

En 1914 se comenzó a diseñar lo que sería el anteproyecto de la Exposición, que iba a estar dedicada a las industrias eléctricas para una inauguración en 1917. Al llegar la Primera Guerra Mundial y la crisis local, los planes se truncaron y se pospuso para más adelante. Puig i Cadafalch, como presidente de la Mancomunidad comenzó las obras el 1917 después del parón, con la intención de tener las instalaciones preparadas para el 1925. De esta manera, durante la gestación de la Exposición intervenían huelgas, las elecciones de alcaldes posdinásticos, los años sangrientos de la posguerra, entre otros.

El colapso del gobierno central y la entrada en el poder de Primo de Rivera, con el espaldarazo de la élite barcelonesa, dejaron fuera a Puig i Cadafalch y a La Lliga Regionalista, que perdieron, primero su mando político y después su autoridad arquitectónica sobre los campos de Montjüic.
El presupuesto inicial fue de 130 millones de pesetas. Las obras resultaron ser un impulso económico para la ciudad, ya que fomentaron la creación de empleo y la llegada masiva de inmigrantes de varias zonas de la península, sobretodo de Murcia y Alicante. Aunque este hecho provocaría la creación de barricadas en la periferia de la ciudad para los inmigrantes, como la de Baró de Viver en el Besós, creando un distanciamiento económico-social aún más grande dentro de la sociedad barcelonesa. 

Durante la construcción de la Exposición se tuvo que recurrir a la expropiación de terrenos en la zona de Montjuic, ya que el ayuntamiento sólo disponía de 26 hectáreas cuando eran necesarias 110.

El clima político, económico y social de la época provocó muchos retrasos en la construcción de la Exposición. Las obras se centran básicamente en el período de 1917 a 1923 y de 1927 a 1929. Se puede suponer que la falta de fondos económicos llevó a que durante algunos años la construcción de las obras se detuviera. Según se aprecia en un artículo del director de La Vanguardia del 11 de Octubre de 1929, durante la celebración de la Exposición, Barcelona sufría un gran déficit público generado por la gran inversión del evento, en el que el estado sólo había invertido 10 millones de pesetas de los 230 que costó finalmente, así que Gaziel (entonces director del diario) pedía a Primo de Rivera colaboración económica para sufragar gastos, a lo que Primo hizo oídos sordos.

La fecha final elegida para la celebración de la Exposición Internacional de Barcelona fue el 1929. Esta fecha coincidió con la celebración de otra Exposición en Sevilla relacionada con las culturas iberoamericanas, lo que supuso una competencia económica que pasaría factura.
Otro golpe a la economía de la Exposición fue el crack de la bolsa de Nueva York del octubre de 1929, que se expandió rápidamente por todo el mundo y redujo el número de participantes en el certamen.

La Exposición Internacional de Barcelona se tuvo que alargar hasta bien entrado el 1930 para amortizar la inversión económica. Aún y así, la ciudad quedó endeudada por valor de 18 millones de pesetas.
Un factor que demuestra los problemas económicos con los que se desarrolló la Exposición es que el día de la inauguración, el 19 de mayo de 1929, aún estaban algunas obras por terminar. 

La precariedad y falta de tiempo llevó a los arquitectos a construir rápidamente y sin usar materiales de calidad ni cimientos. En parte, esto último era común en las Exposiciones, ya que al finalizar la misma se procedía a su demolición. Eran las llamadas “construcciones efímeras”.
Otras construcciones sí que se hicieron pensando en su permanencia y uso posterior, como los hoteles de Plaza Espanya, pensados inicialmente para su uso como viviendas una vez finalizada la Exposición para amortizar gastos. Finalmente se convirtieron en escuelas públicas y dependencias policiales. 

Pese a que económicamente se pueda considerar a la Exposición Internacional de Barcelona como un fracaso, el éxito de público que tuvo y su repercusión internacional hicieron más conocida la ciudad, lo que a la larga resultaría beneficioso para Barcelona.

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